jueves, 3 de noviembre de 2016

"A la Toscana porque me dio la gana"




Este es un viaje que se me ocurrió tras ver muchas fotos y películas rodadas de la Toscana. Los escenarios naturales, paisajismo, arte y cultura me llamaron enormemente la atención. A parte de que no conocía Italia y  tenía días de descanso acumulados en el trabajo. Por supuesto sería un viaje de escaso presupuesto y por primera vez en solitario. Al contrario de otros viajes en los que apenas reservo nada, este, por miedo a clavadas en esta zona "cara", reservé la primera noche en Civitavecchia en el  B&B Ponentino, ya que el ferry no siempre es precisamente puntual y llegaba hacia las siete de la tarde. Las siguientes cuatro noches serían el Siena Hostel, el alojamiento más barato que encontré en Siena. Luego me quedaría dos más... Mirando precios de peajes y la exageración de horas si no los pagabas en Francia, opté por ir en ferry desde Barcelona a Civitavecchia ida y vuelta en butaca, con un precio de 75€ por trayecto.



Día 1, Asturias - Vitoria. . Sábado 8 de Octubre 2016.

Un semana antes de salir, comenté a mi amigo Taz en Gijón, que estaría en Barcelona el día once para pillar el ferry, ya que ahora él reside allí y podíamos quedar a tomar algo antes de zarpar. Él me dijo que justo de sábado iría el a llevar el sidecar desde Gijón, que podíamos ir juntos. Nos quedaríamos en casa de Sergio en Victoria y el Domingo podía dormir en su casa en Barcelona. Así que sin más, adelanté un día mi salida. Quedamos para comer un bocata en Colombres aprovechando para ver la carrera de "Clásicas" que se celebran cada año.




Ambientazo en este pequeño pueblo, que se ve tomado por motoristas y motos clásicas venidas de varios países durante todo el fin de semana.



A eso de las seis, un poco tarde, partimos hacia Vitoria, donde Sergio nos había preparado la noche. En su casa, no había sitio para dormir los dos, así que nos había montado una tienda de campaña con luz y calefactor dentro en el jardín. Por Bilbao ya nos mandaba mensajes a ver por donde andábamos impaciente. Tenía reservada cena en el Mirlo Blanco, Bar motero en Vitoria. Haciendo solo una parada para tomar un café, llegamos a su casa subiendo por nacional.
Dejamos las motos en su garaje y nos fuimos en su "nuevo" AMC Gremlin americano. Las risas eran continuas a bordo del coche del hachazo, como lo llamábamos por su culera inexistente.



Después de cenar, nos llevó al Club House de los Sin Norte, donde había concierto. Me reencontré con gente que ya conocía y nos presentó a más colegas.



 A una hora muy prudencial, nos fuimos los tres a la francesa, porque el ambiente de fiesta iba "in crescendo"  y no era plan de liarla teniendo al día siguiente ruta hasta Barcelona (y porque somos formales coño!...jajaja)


Día 2 Vitoria - Barcelona.

A eso de las diez, nos fuimos a desayunar de nuevo al Mirlo Blanco, donde habían quedado varios motoristas para hacer una ruta mañanera.



 Una hora después, nos despedimos de Sergio y colegas y nos fuimos camino  Barcelona vía Huesca, sin peajes, por supuesto. Autovía y nacionales hasta la primera parada en el embalse de Yesa. Multitud de motoristas hacían rutas por la zona que está realmente preciosa en esta época del año.



Comimos otro bocata en una gasolinera pasado Huesca y a eso de las seis de la tarde llegamos a Granollers, donde habíamos quedado con nuestro amigo Maskon para tomarnos una birra y charlar.


Luego hacia Alella , donde cenamos unas hamburguesas y nos fuimos a dormir plácidamente a casa de Taz.




Días 3 Barcelona - ferry a Italia.

A eso de las ocho y media de la mañana, Taz se fue a trabajar y yo me quedé remoloneando por su casa. Estaba lloviendo débilmente y no me apetecía mojarme desde por la mañana. Hacia las once, aburrido ya, me fui a hacer turismo por Barcelona. Aparqué frente al Paddock y dejé la moto allí hasta la tarde. Paseé por el puerto, barrio gótico, ramblas etc. Estuve un rato viendo como grababan una película en la calle mientras tomaba una cervecita.



 Después de comer un menú y hacer tiempo, fui al puerto a hacer el checking en las oficinas de Grimaldi Lines y volví al Paddock (cerrado los lunes) para hacer compra de víveres y cervezas para el trayecto del ferry. A las seis y media, Taz salió del trabajo y nos tomamos una cervecita, le devolví las llaves de casa y me fui a embarcar, ya que aunque el ferry salía a las diez y media, el embarque es dos horas antes. Nada más llegar me dejaron pasar con la moto y embarqué de los primeros.

El ferry es bastante grande y me dediqué a dar vueltas haciéndome un plano mental del barco. Tenía cafetería, restaurante, sala de juegos, tiendas,otro bar y discoteca en la cubierta.
A las dos horas de estar en el ferry ya te empiezas a aburrir un poco....
Dormir en butaca supone tener suerte de encontrar sitio libre en la fila de tres juntas. Esa noche pude dormir en posición horizontal...


Día 4 Ferry y llegada a Civitavecchia.

Aburrir es poco, menos mal que había llevado el libro de Amazigh de Quique Arenas e hizo que fuese más llevadero. Fui tirando de los víveres que había comprado en Barcelona y algún café que otro. Había un grupo de rudos moteros de Harley que ni saludaban, salvo uno y una pareja de chicas que habían dado una vuelta hasta Granada. Esa sería la tónica de mi convivencia con motoristas italianos...casi cero.



A eso de las siete, llegamos a Civitavecchia. Desembarque rápido y en el bar del puerto mandé un mensaje a Paolo,  gerente del B&B Ponentino como me había indicado previamente. Me vino a buscar al puerto y me acompañó hasta el B&B . Muy recomendable por situación y precio. (en la vida he visto ese trato de un restaurador patrio...). Ya instalado me dijo donde ir a cenar o tomar algo y cené una estupenda pizza. La caña de cerveza 4 €urazos... en Italia no hay afición a la cerveza y es cara.





Día 5 Civitavecchia - Siena

Bueno, por fin empezaba a rodar por Italia. Salí por la mañana hacia Saturnia, ya que había visto fotos de una cascada termal y me pareció un sitio precioso.




 Fui por carreteras comarcales subiendo por el monte  Amiata y viendo paisajes boscosos. Al llegar a San Quirico d'Orcia el paisaje se volvió seco, con amplios campos y suaves lomas. Empecé a ver el típico paisaje con cipreses que tan famosa hace esa región. Nada defraudaba. Cada poco paraba a sacar fotos o grabar vídeos.



 Seguí camino a Siena, donde ese día me acompañaría Xavi Banana, que venía de Croacia desde Grecia y había pillado habitación en el mismo Hostel Siena que yo.


Llegué a Siena, me instalé y salimos a dar una vuelta por la ciudad. Pasamos la tarde visitando la piazza del Campo, el Doumo y perdiéndonos por sus calles.






 A esas horas ya estaba impresionado por la belleza de Siena y la cantidad de arte que se veía por sus calles. Todo muy cuidado y la gente elegante por sus calles (todos menos nosotros...jajaja).




A eso de las ocho volvimos al Hostel y ya nos estaban invitando a vinos y pasta. Sería un preludio de mis siguientes días.
Fuimos a cenar a una pizzeria cercana un delicioso plato de pasta con frutos del mar amenizado por charla sobre viajes, viajeros y motos...


Día 6 Siena- Montepulciano, Pienza y San Quirico d´Orcia

Por la mañana tocó despedida de Xavi. Él partía hacia Civitavecchia y las nubes amenazaban lluvia.
Por la noche había estado lloviendo. La mañana estaba fresca y con los cielos encapotados. Salí dirección Montepulciano por carreteras secundarias. Desde Siena hacia el sur, hay una zona boscosa y luego las típicas estampas Toscanas de suaves lomas con cipreses pintando el paisaje.


 Ya en Multipulciano, dejé la moto junto a la entrada de un arco a la parte antigua. La lluvia hizo leve presencia. El pueblo empedrado hace que vayas admirando casas, plazas e iglesias siempre en camino ascendente. Tras una larga caminata y con la lengua fuera, llegué a la parte alta donde una plaza te transporta a otros tiempos.


Las vistas desde la altura son impresionantes, una lastima que el tiempo no acompañase.




Luego salí dirección a Pienza. Aquí comencé a hacer algo que repetí a diario, salir del asfalto y perderme por pistas. Estas están bastante bien pisadas, si acaso alguna está empedrada debajo como si fuesen calzadas romanas. Bajar y subir lomas con los caminos bordeados por cipreses a los lados, hace que los paisajes sean preciosos. Grandes caseríos y viñedos perfectamente atendidos te hacen fundirte en el paisaje.


Llegué a Pienza y me tomé un café. Di una vuelta por el pueblo, que es totalmente plano y se agradece. Uno no para de quedarse embelesado admirando cada rincón en estos pueblos toscanos.



Luego dirección San Quirico d´Orcia a la busqueda de la Cappella di Vitaletta, una capilla fotografiada en toda postal de la Toscana. Cada vez que veía un cartel marrón, indicando un castillo o cualquier cosa, me desviaba por pistas a ver de qué se trataba. Al llegar a divisar la Cappella di Vitaletta a escasos cinco kilómetros de San Quirico d´Orcia, comenzó a llover fuertemente. Me bajé de la moto y solo pude hacer esta triste foto con el móvil.



 Un vendaval acompañaba a la lluvia, lo que me hizo salir pitando. Al llegar a San Quirico, la mojadura era tremenda. No me había dado tiempo a poner el pantalón de agua y las botas habían calado de forma estrepitosa. Chorreando, comí algo en un bar y la lluvia me acompañó hasta Siena. Fui al Hostel a ducharme y ponerme ropa seca y bajé al bar. Estuve de charla con Claudio, el camarero, y al segundo vino ya me rellenaba la copa cada poco. Los vinos de Chianti están muy buenos. Al poco vino Piero, un señor mayor y muy sonriente a decirme que iba a hacer la cena y yo cenaría con ellos. Él invitaba a quién quería. Fui a la moto y saqué un paquete de jamón envasado al vacío para invitarlos.



Piero se volvía loco con el jamón serrano,a sí como el resto de parroquianos. Esa noche cené con ellos y pasamos una agradable velada.


Día 7 Siena - Monteriggioni, San Gimignano y Volterra.

Tras otra noche de lluvia amaneció encapotado. Después de desayunar, salí a conocer el próximo pueblo de Monteriggioni, famoso por aparecer en las películas  “La vida es Bella” o "Gladiator".  
El pueblo está en un alto, rodeado de una una muralla. Al llegar hay un parking en la zona baja y otro más pequeño a la entrada, ambos de pago. Por supuesto, la moto se queda fuera y no paga. El timo de los parkings en esta zona es un clamor. A unos 2 o 3 euros la hora según el sitio.
La entrada al pueblin es por un arco.


 Una plaza con una iglesia y un pozo es lo primero que se ve. Tiendas con productos ecológicos y bares completan aforo.




 Me dí un paseo por sus tres calles, viendo que todas las casas están perfectamente rehabilitadas. también se puede caminar por el alto de la muralla previo pago de unos euros. Siendo este un viaje austero, tampoco me apeteció pagar por ello...

Luego me dirigí a San Gimignano. El paisaje es boscoso y la carretera sinuosa y me recordaba a Asturias. Al llegar, seguí bordeando la muralla por la izquierda. Dejé la moto y entré por un parque, siguiendo las torres que hacen famoso el Nueva York de la Toscana, como lo llaman. Son impresionantes las torres de piedra, signo de obstentosidad de las familias pudientes en épocas pasadas.
El pueblo es precioso, lleno de turistas , como no.











Tras la visita guiri, me fui a Volterra. Pueblo etrusco en la cima de una montaña. Me dí otro paseo tirando fotos y mirando precios de menús.



Al final comí en el primer bar que había visto a la derecha de la entrada. Resultó ser un forofo de las motos y comí muy bien y barato, por cierto.



Después, iba a visitar el Museo de la Tortura, que me había llamado la atención, pero comenzó a llover.





Me puse traje de agua y partí hacia Siena por la zona de Ponamance , por no volver por el mismo camino hecho por la mañana. Fue un error, en vez de tardar hora y media tardé más de tres, con intensa lluvia, rayos y centellas. La mojadura fue de órdago...
Cuando llegué al Hostel me duché y bajé a ver que se cocía esa noche. Era viernes y tiraban la casa por la ventana. Chuletones y quesos acompañados de birras y vinos hasta las once y media que cerraba el bar. Por supuesto, invitado de nuevo y yo colaborando con más jamón. Siempre llevo varios paquetes ;)




Aprovechando que iban a bajar a Siena en la furgo y era viernes, acompañe a Pierlucca y Manu. Comprendí la conducción italiana...
Cuando llegamos pensé que se iban a quedar a tomar algo y me dijeron que no, que tocaba madrugar. Yo me quedé a dar una vuelta. Cien metros después encontré un bar en el que había un conciertillo y allí estuve un par de horas. Cuando acabó ya había conocido a una pandilla local que me llevaron a otros bares. Pensando en no perder el día siguiente, me retiré a buscar un taxi, ya que el Hostel estaba a unos seis kilómetros....

Día 7 Siena - zona de Chianti.

A la mañana siguiente, un poco quemado por la suerte que estaba teniendo con el tiempo, no me apetecía volver a mojarme desde por la mañana. Pierlucca me dijo que iban a la bodega a comprar vino y que si los acompañaba. Bueno, pues venga. La bodega donde compraban al final era en Monteriggioni. Visita de nuevo al pueblo y degustación de vinos y quesos.





De vinos me abstuve, ya que quería rodar en moto...





Al marchar iba a comprar un salami típico de la zona y me dijeron que no, que íbamos a una chacinería mejor y más barato. Al llegar comenzaron a invitarnos a todo tipo de embutidos, quesos, anchoas al pesto etc acompañado de vinos caseros y soda sin alcohol para mi. No dejaron que pagásemos nada. Yo flipaba, a cambio les compré pasta y salami para traerme a casa.

Ya con el estomago lleno salí hacia Radda in Chianti. Carretera entre montes y viñedos y un sol que aparecía por momentos. Cada kilómetro que pasaba, más me gustaba la zona. Curvas enlazadas hacían que fuese un disfrute continuo la conducción.



Al llegar a Panzano,  la lluvia hizo un amago como cada día a esas horas, pero esta vez solo duró media hora. A cambio me regaló medio arco iris.





 Fui hasta Montefioralle, un pueblecito medieval en un alto que había visto en otra foto.



Me dí el paseo de rigor y volví hacia Siena por otras carreteras distintas. La zona es un deleite para la vista. Paré al lado de un viñedo y pillé un puñado de uvas aún sin vendimiar. Eran pequeñas pero muy dulces y ricas.




Al atardecer volví a Siena y de nuevo ritual de jamón de mi maleta, cena de Piero, vinos y risas con los colegas del hostel.



Día 8 Siena - Florencia, Prato , Lucca y Pisa.


El día anterior ya había decidido que los dos últimos días no me iba a hospedar en Florencia como tenía pensado. Con lo bien que me trataban en Siena, no me apetecía cambiar de alojamiento ni hacer las maletas...

Ese día madrugué para llegar temprano a Florencia. La niebla me acompañó los ochenta kilómetros que los separan. Me metí por carreteras comarcales al margen de la autovía. Al llegar a Florencia entré por la parte alta. Las vistas de la ciudad eran inmejorables. El sol lucía y demasiada gente y coches pululaba por todas partes.







Había como una reunión motera en la plaza del alto. Me dí una vuelta y bajé a ver la ciudad.


Aparqué muy cerca del famoso puente Vecchio. Había carteles prohibiendo el paso a coches, pero como no los entendía me hice el loco...
Caminé hasta Basilica di Santo Spirito, Palazzo Pitti, puente Vecchio etc, unas tres horas dando vueltas y admirando cada plaza.



 El gentío era exagerado, llegando a ser insoportable, así que decidí salir hacia Prato.




No pagar pejes supone no avanzar a más de cincuenta por hora en el mejor de los casos. Radares y rotondas hacían que fuese muy pesado el trayecto. En Italia te adelantan quitando las pegatinas, lo que te hace llevar un ojo al frente y otro en el espejo.

Aparqué en Prato y me dí una vuelta por un mercadillo que había en la plaza de su mismo nombre. Luego seguí por calles, plazas etc hasta que me perdí. Más de una hora después conseguí encontrar volver donde había dejado la moto....

Continué hasta Lucca. No caí en la cuenta de que era Domingo y de nuevo hordas de turistas como yo  inundaban las calles. Lucca es otra ciudad que merece mucho la pena visitar.



Con el sol poniéndose llegué a Pisa y ya de lejos se ve su famosa torre inclinada. Aparqué lo más cerca posible, saltándome una señal de prohibido, para inmortalizar el momento.



Di un paseo por su plaza y salí pitando a Siena ya oscureciendo. Bastante tarde llegué la Hostel y otra rica cena acompañada de vinos y cervezas hizo que cayese rendido en la cama. Ese día había sido maratoniano.


Día 9 Siena - San Felice.

El día anterior había comenzado a oírse rascar las pastillas de freno delanteras. A vista se veían bien, pero un disco torcido había comido una de ellas y tuve que ir a buscar repuesto. Pregunté en dos talleres y me mandaron a Honda Siena. Allí no quedaban en stock y me las pidieron para la mañana siguiente.

Había pensado ir hasta Arrezzo y Perugia, pero con las pastillas así no me arriesgué. Me fui hasta la cercana zona de San Felice. Allí comencé a meterme por pistas entre viñedos y cipreses. Ese día disfruté realmente del paisaje y sus pistas, llegando a una antigua capilla perdida, a la que no se si sabría volver...






A la vuelta me adelantó una moto con matricula española y me saludó. En la siguiente gasolinera paró y yo también. Empezamos a hablar y resulta que era amigo también de Xavi. Comodoro, había estado con él en Kotor. Que pequeño es el mundo a veces. Total que se vino al Hostel esa noche.





Había prometido a Piero hacer una tortilla de patata esa noche para que el no cocinase. Por la mañana había ido al super a comprar ingredientes. Más de dos kilos de patatas , cebolla y una docena de huevos  me tuvieron entretenido en la cocina hora y media junto a Comodoro, mientras Claudio nos traía cervezas. Al final hice tres, que no duraron un suspiro, entre la afición italiana y unos americanos que me preguntaban ingredientes y no se lo creían. Total que Comodoro y yo nos fuimos al restaurante cercano que tan bien había cenado el primer día y seguimos arreglando el mundo....




Día 10 Siena-  Civitavecchia

Día de despedidas, tanto de Comodoro, como de los colegas del hostel, prometiendo volver a visitarlos. Su lema es que llegas como un turista, vives como un local y te vas como un amigo. Os puedo asegurar que se cumple perfectamente...




Nada más desayunar me fui a por las pastillas de freno originales y en el precio incluían ponerlas (110€) , así que no me ensucié las manos. A eso de las once, ya estaba en marcha camino a  Civitavecchia con amenaza de lluvia. Fui directo a la costa parando en Orbetello. Allí pasé por los puentes que crean una especie de península inundada.




La lluvia venía pisándome los talones y llegué a  Civitavecchia justo a tiempo de no mojarme.
Comí pizza al peso en la rotonda junto al puerto, paseé por la tarde, compré víveres para el ferry y embarqué.




Día 11  Civitavecchia- Barcelona.

Día de transición en el coñazo del ferry. A eso de las ocho de la tarde llegué con hora y media de retraso a Barcelona. Había quedado en el Paddock con mi amigo Taz, Xavi Banana, Frankiruli y Bori, a los que tenía mucha gana de conocer en persona. También estaba Alberto Frost de los Sex Raiders que me pareció muy majete. Olga TT estaba en una inaguración de un concesionario de Royal Endfield y llamó diciendo que si íbamos, que le hacía mucha ilusión. Además había conciertillo, pincheo y bebida gratis, así que las cinco motos partimos a toda velocidad hacía allí.




 No conocía a Olga en persona tampoco y la noche resultó corta ya que no pude charlar todo lo que me hubiese gustado con Franki, Bori, Alberto y Olga. También estaba Ricard, con el que había coincidido en Asturias este año. total, que Barcelona también es un pañuelo...

A eso de las doce nos fuimos taz y yo a dormir a Alella, al día siguiente me esperaba una buen paseíto.


Día 12 Barcelona - Asturias.

A las nueve me despedí de Taz y salí rumbo Asturias. A las diez y medía estaba en Villafranca del Penedes comprobando que efectivamente me había equivocado de autovía....
Enderecé rumbo a Huesca con idea de comer en Ayerbe, todo un acierto.



Continué a Vitoria pasando de nuevo por Yesa y oscureciendo llegué a Bilbao. Me daba una perece terrible buscar donde dormir así que continué con idea de llegar a casa. A eso de las diez llegué con dolor en las posaderas y cansancio acumulado....

En resumen, para mi, esta experiencia de viajar solo ha sido gratificante. No me he aburrido y he hecho lo que realmente me ha dado la gana, en lo que ha sido una excursión de relax a una región y un país en el que me han tratado muy bien....Volveré.

V´sss